sábado, 26 de junio de 2010

La intensa vida de Darío Santillán: "Sabían a quién mataban"

Por Leonardo Rossi para AUNO

A ocho años de la "Masacre de Avellaneda", AUNO ofrece una semblanza de Darío Santillán, quien junto a Maximiliano Kosteki fue asesinado en una represión durante el gobierno de Eduardo Duhalde. Su padre y su hermano hablaron de la infancia de Darío, de sus inquietudes adolescentes y de el temprano compromiso que asumió en la lucha contra la injusticia social.

"Desde que estaba en el jardín, Dari se destacaba. Las maestras me decían que tenía una inteligencia más elevada de lo normal", cuenta con nostalgia Alberto Santillán sobre su hijo, para hacer con AUNO una semblanza de ése joven que junto con Maximiliano Kosteki fue asesinado durante una represión policial durante el gobierno de Eduardo Duhalde, y que pasó a la historia como "La masacre de Avellaneda", de la que hoy se cumplen ocho años.

Varios años más tarde, ese niño ya convertido en un adolescente empezó a acercarse a la militancia social mientras cursaba tercer año de la secundaria. "Lo que lo convocó fue el rechazo a las políticas educativas neoliberales", recuerda Leonardo, su hermano.

Cuando empezó a conocer las problemáticas educativas, también se fue interiorizando sobre otras situaciones conflictivas, como las carencias de los chicos que viven en las villas.

Por esos años de la adolescencia comenzó a dar apoyo escolar junto algunos compañeros de su escuela en el barrio 11 de agosto, de Quilmes, y a realizar otras actividades solidarias. "Con 15 años llamaba y decía 'esta noche no voy a casa porque me voy a ayudar a los inundados', ejemplificó su padre. Y destacó que "siempre era el primero que iba a la iglesia a ayudar o que iba manguear a los supermercados y almacenes para armar ollas populares".


Alrededor del año 2000 salió a militar en el barrio donde vivía, que era Claypole. En ese año, se integró al Movimiento de Trabajadores Desocupados (MTD) de Almirante Brown que recién nacía. Había un gran problema de desocupación en la zona y él apostaba por que los vecinos sean impulsores de sus propias políticas. Leonardo resaltó que "el laburo principal que fomentó fue la toma de conciencia por parte de los vecinos para que salgan a la calle a solucionar sus problemas. Y eso era algo nuevo en el barrio".

En Claypole formó parte del armado de un centro comunitario que tenía un comedor y un ropero popular. Además, trabajó en crear una pizzería para generar trabajo desde el MTD. Sobre todas las actividades que su hijo fomentaba, Alberto cuenta que "jamás se vanagloriaba de lo que hacía. Nunca venía a decir 'yo hago esto o hago lo otro'".

En mayo de 2001, Darío decidió irse al barrio La Fe, en Lanús. Allí se encontró con un lugar "con demasiada exclusión; más golpeado que Calypole", explica Leo. "Cuando los vecinos lo vieron no entendían qué hacía ese 'pendejo' metido entre ellos. Un pibe con secundario completo, que entendía computación y algo de inglés. Era un bicho raro para ellos", describió Alberto.
"Eligió dejar su casa donde tenía ciertas comodidades, para irse a vivir a un lugar con mucha pobreza."
La lucha por la vivienda era un tema central del barrio, como así también la falta de alimento en los comedores comunitarios. Darío ayudó en la coordinación de varias tomas de tierras y encabezó la última que se hizo antes de su asesinato. Él también buscaba tener su terreno y construir su casa allí. También encaraba los reclamos por la falta de presupuesto para los merenderos y comedores barriales.

Por otra parte, estaba armando con sus compañeros una "bloquera". El objetivo era fabricar bloques para que los vecinos puedan construir sus casas ya que la construcción de viviendas se dificultaba por los altos costos.

Con todo ese compromiso en el barrio "se ganó el respeto de los vecinos y lo han llegado a amar, porque él sentía propia esa falta de derechos de la gente humilde", destaca Alberto. "A veces me encuentro con 'las doñas de La Fe', como las llamaba Darío, y me cuentan cómo lo extrañan, porque él las cuidaba", narra orgulloso.

Al describir a Darío, tanto su padre como su hermano desbordan de gratitud. Sobre su hermano, Leonardo reflexionó: "Ya a los 17 años tenía la conciencia de dónde estaba parado y entendía muchas cosas que nosotros recién hoy entendemos". Y además reconoció que "no sólo tenía un gran carisma y una buena formación. Lo principal es que fue consecuente entre sus actos y lo que decía".

En esa dirección su papá enfatizó que "las palabras son lindas, pero en una situación límite se ve si hacés lo que decís y eso lo demostró en su último acto de vida". Y es que "Darío tenía una actitud de desprotegerse a si mismo para cobijar al otro".

Sobre ese compromiso último que tuvo antes de morir, Alberto relató: "Se quedó con Maxi aunque no lo conocía, porque era un compañero que se desangraba. Levantó su mano y dijo 'loco paren que el pibe se está muriendo'. Igual le dispararon."
"Por lo menos le pudo dar dignidad a la muerte de Maxi, porque no murió solo; él tuvo las manos de mi hijo apretándolo."
A modo de confesión, el hombre reconoce que "generalmente los hijos aprenden de sus padres, y algo aprendió de su madre y de mí. Pero él me enseñó lo que es la dignidad, el respeto y el orgullo". Por eso, cuando lo mataron, "pegaron donde más duele. Sabían a quién mataban; sabían que era un pibe con un potencial terrible para luchar".

A sus 22 años, Darío Santillán fue ejecutado por un policía, el 26 de junio de 2002 en la estación de Avellaneda mientras socorría a Maximiliano Kosteki, el otro militante social que estaba herido de bala por disparos que efectuó otro efectivo de esa fuerza estatal.

Kosteki también murió ese día. Ambos participaban del corte del Puente Pueyrredón encabezado por una decena de organizaciones sociales. Los movimientos piqueteros reclamaban al gobierno de Eduardo Duhalde aumentos en los subsidios para los desocupados, mejoras en la educación y la salud de los barrios más humildes y además se solidarizaban con la persecución que sufrían los trabajadores de la fábrica recuperada Zanón.

LR-AFD AUNO-26-06-10

lunes, 7 de junio de 2010

Trata de personas: una esclavitud vigente

La captación, el traslado y la explotación de personas es un delito. El 90 por ciento de los casos de tráfico de personas es con fines de explotación sexual: se estima que en Argentina hay alrededor de 500 mil mujeres y niñas desaparecidas y secuestradas víctimas de estas redes, que representan el tercer ilícito más rentable a escala global después del tráfico de armas y drogas.

El denominador común de todas las víctimas es su origen humilde. El lugar de origen es siempre más pobre que el de destino al cual serán trasladadas. Las mujeres y adolescentes son, la mayoría de las veces, engañadas con ofertas laborales pero, aún en los casos en que saben que ejercerán la prostitución, no son conscientes de que nunca recibirán paga y serán explotadas sexualmente.

En abril de 2008 se sancionó la ley 26.346 de “Prevención y Sanción de la Trata de Personas y Asistencia a las Víctimas” que establece que éste es un delito federal, lo cual permite un incremento de velocidad en los procesos jurídicos al no tener que hacer pedidos formales en cada provincia.

Sin embargo, esta ley aún no ha sido reglamentada. La diputada nacional por Libres del Sur Cecilia Merchán explicó que, si bien hay algunos puntos, su implementación sería “un gran salto de calidad”. En este contexto, precisó que no hay programas nacionales que vayan en dirección de solucionar el problema.

Además, faltan equipos interdisciplinarios para asistencia a las víctimas. Es que la legislación vigente no contempla la formación de “un equipo de psicólogos, de asistentes sociales que ayuden a las compañeras que denuncian, que quedan totalmente desprotegidas y se exponen a graves amenazas de muerte”, denunció la Secretaria General de Asociación de Mujeres Meretrices de la Argentina (AMMAR), Elena Eva Reynaga.

La legislación aún no reglamentada prevé la protección de testigos y prohibe penar a las víctimas por delitos cometidos como consecuencia de la situación de esclavitud a la que se ven sometidas las personas tratadas.

Por este motivo, Reynaga llamó a terminar con los "paños fríos para el momento", trabajar para solucionar los problemas de fondo y tener en cuenta que "las redes las componen los poderes políticos, judiciales y policiales". En el mismo contexto, Merchán coincidió en que "no se atacan las causas fundamentales" porque "los estados están involucrados".

Trabajo sexual vs trata de personas

Desde AMMAR resaltan la diferencia entre las mujeres que ofrecen sexo en la calle y que se enfrentan con la Policía porque “criminalizan el trabajo sexual”, y el tráfico de personas. Reynaga explica que la solución no es cerrar los prostíbulos: “No resuelven los problemas de fondo. No todas las chicas que están en los prostíbulos están tratadas. La policía, con el aval mucha veces de los juzgados, entran y las llevan detenidas, las maltratan. No llevan a los proxenetas”. Ellas abogan por el “derecho al trabajo” porque el reconocimiento de los derechos disminuye la trata.



Mapa de la trata

Las redes de trata en Argentina están divididas en regiones de reclutamiento, zonas centro de “ablandamiento”, ciudades de distribución y provincias receptoras. Los lugares más frecuentes en que las víctimas son reclutadas se encuentran en la región norte de Argentina y países limítrofes como Paraguay.

Las víctimas son luego “adiestradas” en centros de Corrientes, Entre Ríos y Santa Fe, desde donde son trasladadas para ser vendidas en la zona central del país. La distribución se realiza en burdeles de La Pampa, Mendoza, Córdoba, la ciudad de Buenos Aires, la costa atlántica y las ciudades bonaerenses de Brandsen y La Plata. Finalmente, las mujeres y niños tratados son enviados al sur argentino o al exterior.

Según el Informe Anual Sobre la Trata de Personas realizado en Estados Unidos en 2009, España es uno de los países más implicados en el tráfico de personas. Los países con más restricciones inmigratorias son frecuentes lugares de destino, porque los reclutadores ofrecen una forma de entrada a las víctimas que acceden en búsqueda de oportunidades laborales.
Para ponerle fin a la trata es fundamental trabajar en la prevención en ámbitos educativos, familiares, de organizaciones sociales y judiciales. Es necesario además, que las víctimas y familiares denuncien, de acuerdo a las entidades contra la trata.

Qué hacer

En caso de desconocer el paradero de un familiar o amigo, es importante realizar la denuncia inmediatamente. Puede hacerse en cualquier comisaría y debe ser tomada como “Pedido de paradero” y no como “Fuga del Hogar”. No es obligatorio esperar 48 horas, la institución policial debe comenzar de inmediato con la búsqueda de la persona.

Además, para denuncias sobre explotación se puede acudir al INADI las 24 horas, todos los días del año (0800-999-2345). Se puede, asimismo, llamar a la línea 102 en ciudad de Buenos Aires y provincias donde está vigente para denunciar violaciones a los derechos de los niños y adolescentes. El número de la Oficina de Rescate del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación es (011) 5300-4006.

viernes, 4 de junio de 2010

"Las nuevas desaparecidas de la democracia"

Hace dos años, el Congreso sancionó una Ley de Trata de Personas que aún no está reglamentada, por lo que no tiene aplicación en el territorio nacional. Faltan además programas de asistencia a las víctimas de estas redes y políticas de Estado contra el funcionamiento de los prostíbulos. Ése es el panorama que describió la diputada nacional por Libres del Sur Cecilia Merchán en diálogo con CC.

Y ante ese escenario, medio millón de mujeres argentinas están sometidas a explotación sexual en el país. La cifra es una muestra del negocio que existe en una sociedad donde la mujer es un "objeto", una esclava sexual. Por eso, para Merchán se debe hacer foco en la educación y las políticas de prevención para que las jóvenes no caigan víctimas de estas redes de explotación.


-¿Qué análisis hace de la Ley de Trata sancionada en 2008?
-Voté a favor de la ley porque, si bien tenía algún déficit, creí que era un avance. Es que necesitábamos tener una ley que diera cuenta de este delito. Tenía puntos conflictivos como el tema del consentimiento, pero sancionarla era una base.

-¿Qué postura tuvo el Poder Ejecutivo con el tema?
-No hay programas nacionales que vayan en dirección de solucionar el problema. No hay programas que asistan a las víctimas. Lo más grave es que esa ley, que se sancionó hace dos años, no está reglamentada y no se aplica. Si se implementara tendríamos un gran salto de calidad. Lo único que logramos es que el delito de trata pase a ser un delito federal. Gracias a esto muchas mujeres pudieron ser liberadas.

-¿Qué cantidad de mujeres están bajo redes de trata en la Argentina?
-Hay 500 mil mujeres sometidas a explotación sexual en el país. En el mundo, por año, hay seis millones de personas explotadas.
Hay que entender que luego de las armas y las drogas, viene el tema de la trata como negocio.
Existen dos millones de niños y niñas explotados a nivel mundial y de esos, el 87 por ciento es con fines sexuales.

-¿Qué mapeo se puede trazar en el país?
-Tenemos la trata principalmente en las provincias del norte, en el norte de Córdoba y en el norte de Santa Fe. Las mujeres son trasladas en general a Buenos Aires, Córdoba, Mendoza, Santa Cruz y Tierra del fuego. Además, hay mucho tráfico de mujeres paraguayas, dominicanas, bolivianas, uruguayas y de otros países de Centro América. Y tenemos también los casos de las que salen de acá llevadas a España.

-¿Cómo se realiza el secuestro de las mujeres?
-Para sacarlas de la pobreza le ofrecen a una piba ser modelo en Europa. Se va contenta y la familia la despide bien; no vuelve más. La familia piensa que se fue y no volvió. A esa chica se le rompen todos los lazos. Un caso, es el de una piba que la llevaron del Norte a Tierra del fuego. Su madre nos cuenta cómo su hija hace 12 años se fue con un tipo. “Le gustó la joda y las drogas, y no volvió nunca”, decía la madre. La chica en realidad estaba bajo una red de trata. Entonces, comienza a suceder que se instala eso de “por algo se fueron, les gustará”. Es ante eso que decimos que ellas son las nuevas desaparecidas de la democracia.

-En el caso puntual de los prostíbulos ¿Qué política pública existe al respecto?
-A nivel nacional no hay un política para cerrarlos. Está lleno de prostíbulos con otros nombres, como por ejemplo el de whiskerías. En algunas municipalidades logramos que se cierren los prostíbulos, pero esto se hace a través de las ordenanzas municipales. Podría perfectamente hacerse desde el Ejecutivo.

-¿Qué medidas concretas se podrían implementar para combatir la trata de personas con fines de explotación sexual?
-Tenemos dos proyectos que podrían ser parte de la reglamentación de la ley de 2008. Uno es el de crear un número gratuito para que se pudiera llamar desde cualquier lugar del país. Esto debería estar bajo la órbita de la Corte Suprema de Justicia y funcionar como una oficina que reciba todas las denuncias sobre trata. Tendrían que trabajar grupos interdisciplinarios junto con la policía federal. Esto sería muy importante para decomisar todas las redes de trata. El otro proyecto consiste en adoptar el tema de la trata en las currículas educativas para hacer foco en la prevención. Se han hecho algunas experiencias sobre esto.

-Cómo se llevó a cabo estas actividades...
-En donde se logró fue producto de la iniciativa de las propias escuelas o de docentes y tuvimos muy buenos resultados. Se puede prevenir a las pibas de que caigan en ese círculo de explotación. Lo hicimos en Chaco, Rosario, Buenos Aires y otros lugares del país. Si en todos los colegios discutiéramos eso, es decir, que una sociedad tuviera o no esclavas sería el logro máximo. La prevención necesita dinero y además la decisión política para ir en contra de las mafias. Principalmente lo segundo. No se necesita gran presupuesto para poner carteles es terminales, aeropuertos o estaciones y hacer campañas publicitarias como se hace en otro países. Es mínima la inversión.

-Sería clave las acciones de concientización…
-Por eso hablamos de prevención, porque significa construir una sociedad diferente donde la mujer no sea una cosa, una esclava.
Cambiar esto es un trabajo cultural, de educación.
Es hablar de los placeres, de quiénes somos. Muchos temas que la sociedad lleva para otro lado.

-¿Por qué desde el Estado no se implementa esta política educativa?
-Al ser un comercio tan fuerte y los estados están involucrados, obviamente no se atacan esas causas fundamentales.

LR